Sofía es una niña filipina nacida en Italia que, desde muy pequeña, enfrentó una barrera invisible: el mutismo selectivo. Este trastorno de ansiedad le impedía hablar en situaciones sociales, como en la escuela o frente a desconocidos, aunque en casa, con su familia, se comunicaba con más fluidez.
A medida que Sofía crecía, su incapacidad para hablar en ciertos contextos se volvió más evidente, limitando sus interacciones y dificultando su participación en actividades escolares.
El mutismo selectivo no es una negativa voluntaria a hablar, sino una manifestación de ansiedad extrema que bloquea la capacidad verbal en momentos clave. En el caso de Sofía, este silencio forzado la aislaba de sus compañeros, afectaba su rendimiento académico y la colocaba en una situación de constante incomprensión.
Evaluación y diagnóstico
A los 7 años, Sofía fue evaluada neuropsicológicamente. Los resultados mostraron que tenía una inteligencia no verbal superior, con un buen razonamiento visual (percentil 90, mejor que el 90% de los niños de su edad).
Sin embargo, presentaba importantes dificultades lingüísticas. Su comprensión verbal no era adecuada para su edad, y tenía problemas para entender frases complejas o abstractas, lo que afectaba su capacidad para seguir instrucciones y participar en conversaciones.
En cuanto a su expresión, utilizaba oraciones simples, con errores fonológicos (como decir /blobo/ en lugar de «globo») y morfológicos (como decir /la casa bonito/ en lugar de «la casa es bonita») que entorpecían la claridad de su discurso. Estas dificultades interferían en su desempeño escolar, limitando su participación y aprendizaje.
Un objetivo clave de la evaluación neuropsicológica fue explorar las emociones, pensamientos y comportamientos subyacentes al miedo de Sofía a hablar. Dada su incapacidad para expresarse verbalmente en ciertos contextos, esta evaluación fue complicada. Para acceder a sus emociones y pensamientos, se utilizaron simulaciones lúdicas con marionetas y cómics. En estos ejercicios, se recreaban situaciones cotidianas que le generaban ansiedad, como responder en clase o encontrarse con un adulto desconocido. Sofía sentía una fuerte incapacidad para hablar en esos momentos, temía el juicio de los demás, cometer errores o ser ridiculizada («todos se reirán«). También experimentaba vergüenza y miedo a que los demás notaran su incomodidad.
Intervención Multimodal
La intervención multimodal para Sofía combinó varias estrategias. Se utilizó la terapia cognitivo-conductual para reducir la ansiedad y modificar pensamientos relacionados con el miedo al juicio social. A través de actividades y juegos, se trabajaron sus habilidades lingüisticas en situaciones que generaban ansiedad.
Un ejemplo podría ser practicar cómo responder de forma no verbal cuando un adulto desconocido le hacía una pregunta. Se le enseñaba a levantar la mano o usar un gesto para comunicar sus pensamientos, en lugar de quedarse en silencio. También podía ensayar una frase breve y concisa para responder de viva voz. El objetivo era que Sofía aprendiera cómo responder y, al ganar experiencia, sus miedos disminuyeran al sentirse más competente.
Después de la psicoterapia individual, Sofía participó en un taller con un compañero, donde se trabajaron aspectos cognitivos y emocionales en un contexto de interacción social real. En estas sesiones, que duraban 1.5 horas semanales, se utilizaron estrategias de comunicación no verbal, como dibujos espontáneos y palabras escritas.
Los padres y maestros se implicaron activamente en la intervención. Los padres recibieron psicoeducación para fomentar la autonomía de la niña en sus actividades diarias y promover sus interacciones sociales sin presionarla para hablar. Los maestros fueron capacitados para apoyarla creando un ambiente inclusivo y evitando la presión de hablar en clase, favoreciendo su participación por diversos canales de comunicación.
Resultados a los 11 Años
A los 11 años, tras varios años de intervención, Sofía mostró un progreso significativo en sus habilidades comunicativas y sociales. Comenzó a utilizar de manera espontánea estrategias de comunicación no verbal, como escribir en papel o en una pizarra, lo que le permitió expresar sus pensamientos y emociones.
Este avance se asoció con una reducción de su ansiedad social y el miedo al juicio de los demás. Sofía se volvió más autónoma y comenzó a interactuar más con sus compañeros, llegando a responder verbalmente a algunos maestros en actividades fuera del aula.
Además, se utilizaron grabaciones de video del habla espontánea en su hogar para evaluar en detalle su capacidad lingüística. Estas grabaciones revelaron mejoras en su expresión, aunque aún presentaba dificultades en aspectos gramaticales y sintácticos.
En el ámbito académico, a los 11 años se pudo realizar una evaluación más completa de sus habilidades de lectura y matemáticas, revelando dificultades de aprendizaje. Hasta ese momento, dichas dificultades habían pasado desapercibidas. En lectura, aunque podía leer en voz alta, lo hacía con lentitud y cometía errores, y tenía problemas para entender lo que leía, especialmente en preguntas sobre textos narrativos. En matemáticas, se diagnosticaron dificultades de aprendizaje, con problemas para realizar operaciones escritas y entender ciertos conceptos numéricos.
Reflexiones
El caso de Sofía demuestra cómo un enfoque personalizado y flexible puede ser clave para abordar trastornos desafiantes como el mutismo selectivo:
- La evaluación fue compleja, implicando tanto factores emocionales como cognitivos. Distintas variables pueden repercutir a la vez para explicar la conducta.
- Los profesionales, con creatividad, utilizaron escenas simuladas y juegos para acceder a sus pensamientos y emociones, lo que facilitó el proceso de evaluación.
- Además, tuvieron que sortear la dificultad de evaluar a una niña con problemas notables de lenguaje, cuando muchas de las pruebas tradicionales dependen en gran medida del lenguaje hablado.
- La intervención fue multidimensional, implicando a padres, maestros, terapeutas y otros niños, lo que refleja la realidad de los casos clínicos en la consulta.
- El progreso de Sofía fue evidente, pero requirió años de intervención constante y el esfuerzo de múltiples actores de su contexto.
- La post-evaluación a los 11 años reveló dificultades de aprendizaje que estaban enmascaradas por el mutismo selectivo.
- Criarse en un entorno de segundo idioma, donde los padres no lo dominaban completamente, pudo haber contribuido a la confusión en el diagnóstico y el desarrollo de las dificultades académicas. Si bien, ésto último, no se destaca en el artículo original.
Referencias
Capobianco, M., & Costa, A. (2024). Selective Mutism and Comorbidity with Specific Learning Disorders: Evaluation and Multimodal Intervention in a Clinical Case of a Female Child from 7 to 11 Years of Age. Children (Basel, Switzerland), 11(6), 746. https://doi.org/10.3390/children11060746