Un equipo científico japonés quiso comprobar si mirar paisajes naturales (aunque sea en una pantalla) puede mejorar el ánimo en personas con depresión o ansiedad.
El estudio buscó también entender cómo responde el cerebro y el cuerpo en tiempo real ante este tipo de estímulos visuales.

¿Cómo lo hicieron?
Participaron 60 adultos en tratamiento ambulatorio: 30 con depresión y 30 con trastornos de ansiedad.
En una misma sesión, cada persona observó:
- Paisajes naturales (bosques y praderas) durante tres minutos y
- Escenas urbanas (calles y edificios) durante tres minutos.
Mientras veían las imágenes, se registró la actividad del córtex prefrontal orbitofrontal mediante espectroscopía infrarroja cercana (NIRS), y la variabilidad de la frecuencia cardiaca (HRV) con un sensor en el dedo.
Al finalizar cada sesión, evaluaron su estado de ánimo con un cuestionario estandarizado que mide emociones de placer, relajación y vigor.
Cómo funciona la Espectroscopía Infrarroja Cercana (NIRS)
La espectroscopía infrarroja cercana mide los cambios en oxigenación cerebral sin necesidad de técnicas invasivas.
Emite una luz que atraviesa piel y cráneo y detecta la proporción de hemoglobina oxigenada (Oxy-Hb) en la corteza cerebral. La hemoglobina oxigenada es la proteína de los glóbulos rojos que transporta oxígeno por la sangre.
Más hemoglobina oxigenada significa mayor activación neuronal local; menos, menor activación.
En este estudio, los sensores se colocaron sobre la región prefrontal orbitofrontal, una zona clave en la regulación emocional.

Cómo funciona la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV)
Aunque el corazón late de forma aparentemente regular, los intervalos entre latidos no son exactamente iguales: varían ligeramente según cómo actúa el sistema nervioso.

- Cuando el cuerpo está relajado o recuperándose, los intervalos entre latidos se vuelven más variables: el corazón se adapta con flexibilidad. Es decir, el tiempo entre un latido y el siguiente es más «impredecible».
- Cuando hay estrés, tensión o ansiedad, los intervalos entre latidos se vuelven más rígidos y uniformes. Es decir, el timepo entre un latido y el siguiente es más predecible, «como un reloj».
Por eso, una HRV alta indica mayor capacidad de autorregulación y calma fisiológica, mientras que una HRV baja suele asociarse con estrés o fatiga emocional.
El sensor colocado en el dedo registró los intervalos entre latidos durante el visionado de fotos. En este estudio, los autores esperaban detectar si las imágenes naturales producían una respuesta de relajación física, del sistema nervioso autónomo.
Qué encontraron
Después de ver fotos de naturaleza, las personas se sintieron más cómodas, relajadas y con más energía que tras observar escenas urbanas.
El cerebro mostró patrones distintos según el diagnóstico:
- En depresión, al mirar paisajes la señal de hemoglobina oxigenada aumentó, indicando mayor activación del área prefrontal orbitofrontal.
- En ansiedad, al mirar paisajes la señal tendió a disminuir, y cuanto más bajaba, mayor era la sensación de comodidad.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca no cambió significativamente, lo que sugiere que los efectos positivos se produjeron sobre todo a nivel subjetivo y cerebral, más que en el sistema nervioso autónomo – periférico.
Por qué importa
Contemplar la naturaleza parece modular el cerebro en direcciones opuestas según la necesidad: activar lo hipoactivo en la depresión y calmar lo hiperactivo en la ansiedad.
El simple acto de mirar imágenes naturales durante tres minutos generó cambios cerebrales coherentes con la mejora emocional, sin requerir desplazamientos ni contacto directo con el entorno natural.
Reflexión final
Incorporar breves pausas visuales con elementos naturales (fotografías, vídeos o paisajes reales) puede ser una estrategia complementaria en contextos terapéuticos, educativos o laborales.
No sustituye ningún tratamiento, pero ofrece un recurso sencillo, seguro y basado en evidencia para favorecer la autorregulación emocional y el bienestar cotidiano.
Por último, resulta tentador pensar qué ocurre cuando la persona no solo observa, sino se encuentra realmente en un entorno natural: el sonido, la temperatura y la inmersión sensorial seguramente amplíe estos efectos cerebrales y emocionales.
Referencia
Mizumoto, T., Ikei, H., Hagiwara, K., Matsubara, T., Higuchi, F., Kobayashi, M., … Nakagawa, S. (2024). Mood and physiological effects of visual stimulation with images of the natural environment in individuals with depressive and anxiety disorders.Journal of Affective Disorders, 356, 257–266. https://doi.org/10.1016/j.jad.2024.04.025

Hago terapia psicológica.
Autor de materiales de intervención psicológica.
Psicólogo General Sanitario.
Máster en Análisis Funcional del Comportamiento.
Especialista en Neuropsicología.
Nº Col.: M-20855

