Imagina la siguiente situación…
Juan, un niño de 4 años con autismo, se muerde las uñas constantemente hasta causarse heridas en los dedos. Sus padres y profesores han probado de todo, pero nada parece funcionar. Las técnicas tradicionales, como los castigos o las restricciones, no han sido efectivas. Lo único que parece ayudar es un enfoque diferente que ha comenzado a probar su terapeuta: reforzar lo positivo.
Las autolesiones en el autismo
Las conductas autolesivas, como morderse las uñas, golpearse la cabeza o rascarse la piel, son comunes en niños con trastornos del espectro autista (TEA). Estas conductas pueden tener consecuencias físicas graves si no se tratan adecuadamente. De hecho, un porcentaje significativo de niños con autismo desarrollan algún tipo de conducta autolesiva durante su vida. Estudios recientes indican que el 42% de los niños con trastorno del espectro autista presentan algún tipo de conducta autolesiva a lo largo de su vida.
Estas conductas no solo tienen un impacto físico, sino que también pueden afectar emocionalmente al niño y a su familia, generando ansiedad y tristeza. Para los padres, ver a su hijo autolesionarse sin poder ayudar puede ser extremadamente doloroso.
Uno de los principales problemas es que estas conductas pueden estar impulsadas por lo que se conoce como refuerzo automático, lo que significa que el niño obtiene una sensación agradable o calmante de la propia conducta, incluso cuando es dañina. En otras palabras, el niño se muerde las uñas o se golpea porque de alguna forma le alivia, a pesar del daño físico que se hace.
El refuerzo automático es como un incendio que, en lugar de apagarse, se alimenta de sí mismo. Cada vez que el niño se autolesiona, siente una breve sensación de alivio, lo que hace que vuelva a repetir el comportamiento, incluso cuando le está causando daño. Esta es la razón por la que los métodos convencionales, como los castigos o las restricciones físicas, no suelen funcionar.
Métodos restrictivos y sus limitaciones
En muchos entornos educativos o en hogares sin formación en análisis aplicado de conducta, se recurre a métodos restrictivos para manejar las autolesiones. Estos pueden incluir bloquear físicamente al niño, usar equipos de protección o aplicar castigos leves, generalmente como una solución rápida en situaciones difíciles.
En cambio, los terapeutas analistas de la conducta siguen un estricto código ético, priorizando siempre intervenciones respetuosas y menos invasivas. Los procedimientos restrictivos solo se utilizan como último recurso y para prevenir un daño mayor.
Fuera del contexto del análisis de la conducta, estos métodos se aplican a veces por falta de alternativas, pero no ofrecen soluciones a largo plazo ni enseñan comportamientos deseables. Además, pueden aumentar el estrés del niño.
Entonces, ¿Cómo se puede romper este ciclo sin recurrir al castigo o a métodos severos?
La solución propuesta: El refuerzo diferencial de otras conductas (DRO)
El refuerzo diferencial de otras conductas (DRO) es una técnica sencilla pero poderosa: en lugar de castigar cuando el niño se autolesiona, se premian los momentos en que no lo hace. Este enfoque está diseñado para reducir la conducta autolesiva de manera respetuosa, reforzando comportamientos positivos que sustituyan los dañinos.
En lugar de enfocarse en lo que el niño no debe hacer (por ejemplo, morderse las uñas), el DRO se enfoca en reforzar lo que sí hace bien. Cada vez que el niño pasa un intervalo de tiempo sin mostrar la conducta autolesiva, se le ofrece un refuerzo que le resulta agradable.
Ejemplo: En lugar de castigar a un niño por morderse las uñas, su terapeuta le ofrece acceso a un juguete preferido cada vez que no se muerde las uñas durante un intervalo de 20 segundos.
El DRO es como cambiar el rumbo de un río: En vez de bloquear el agua que fluye (la autolesión), el DRO redirige ese flujo hacia una nueva dirección más segura, sin causar un estancamiento o conflicto.

Esta técnica no solo reduce la conducta problemática, sino que también enseña al niño nuevas formas de satisfacer sus necesidades sensoriales sin hacerse daño. Y lo más importante, lo hace sin recurrir a castigos ni bloqueos físicos.
El estudio: cómo se aplicó el Reforzamiento Diferencial de Otras Conductas con éxito
Un estudio publicado en 2016 investigó los efectos del DRO en la reducción de una conducta autolesiva grave: un niño de 4 años con autismo que se mordía las uñas hasta causarse heridas. Los investigadores realizaron una evaluación funcional de la conducta y descubrieron que la conducta se mantenía debido a un refuerzo automático, es decir, la propia sensación sensorial que el niño experimentaba al morderse las uñas.
El estudio aplicó el método DRO como parte de la terapia. Se diseñó un plan para premiar al niño cada vez que no se mordiera las uñas durante un intervalo de tiempo, comenzando con intervalos de sólo 20 segundos. Antes de comenzar, el terapeuta le presentó al niño una serie de reglas visuales, que incluían comportamientos esperados, como no morderse las uñas, y las repasaron juntos para asegurar que las comprendiera. Estas reglas en forma de pictogramas y dibujos servían como recordatorio constante de lo que se esperaba de él durante las sesiones.
Si al finalizar el intervalo de 20 segundos, el niño no se había mordido las uñas, se le permitía jugar con los reforzadores sensoriales alternativos, como meter las manos y mover los dedos en frascos llenos de arroz, pasta, lentejas y cereales. Estos frascos ofrecían una sensación parecida a la de morderse las uñas, pero sin causar daño. Cada vez que lograba no morderse las uñas, recibía acceso a estos reforzadores durante unos instantes.
Si, por el contrario, el niño se mordía las uñas en algún momento del intervalo, el terapeuta detenía el cronómetro y redirigía las manos del niño a una posición segura, explicándole que no había seguido las reglas. En este punto, el niño debía consultar de nuevo las reglas con el terapeuta. Entonces, el cronómetro se reiniciaba.

El objetivo de este proceso era crear oportunidades muy frecuentes para reforzar la conducta alternativa de no morderse las uñas mientras el niño manipulaba objetos que le proporcionaban una retroalimentación sensorial segura.
Resultados clave:
- Antes de comenzar el tratamiento, el niño se mordía las uñas un promedio de 38 veces por sesión.
- Después de implementar el reforzamiento diferencial de otras conductas, esta cifra disminuyó significativamente. En la primera sesión de tratamiento, se observó una pequeña reducción (33 mordeduras), pero en las sesiones siguientes, la frecuencia continuó disminuyendo, hasta llegar a un promedio de solo 5 mordeduras por sesión.
- Al final del estudio, el niño alcanzó niveles casi nulos de esta conducta, logrando mantener el comportamiento deseable de toquetear el arroz seco.
El éxito del estudio muestra que no solo se puede reducir una conducta autolesiva, sino que se puede mantener el cambio a lo largo del tiempo, siempre y cuando se utilicen refuerzos adecuados y se planifique bien la intervención.
Beneficios del DRO frente a otros métodos
¿Por qué el DRO es tan efectivo para reducir las conductas autolesivas? Aquí algunos de los beneficios principales:
- Enfoque positivo: En lugar de castigar al niño, el DRO se centra en premiar los comportamientos deseables. Esto mejora la relación del niño con el terapeuta o los padres.
- Menos frustrante para el niño: Al premiar los momentos en que el niño no se autolesiona, se evita la frustración que provocan los métodos restrictivos o punitivos.
- Adaptable a las necesidades sensoriales: El DRO permite introducir reforzadores que imitan la sensación que el niño busca al autolesionarse, pero de una manera segura y controlada.
- Resultados a largo plazo: Al enseñar al niño una alternativa a la autolesión, se pueden lograr cambios duraderos en el comportamiento.
Este estudio refuerza la idea de que los métodos que respetan las necesidades del niño y que utilizan el refuerzo positivo pueden ser los favoritos, más que los métodos restrictivos o de castigo.
Conclusión: Un enfoque positivo para ayudar a los niños a dejar de lesionarse
Las conductas autolesivas en niños con autismo no tienen que ser tratadas necesariamente con castigos ni restricciones. El refuerzo diferencial de otras conductas (DRO) ha demostrado ser una técnica efectiva y respetuosa que no solo reduce las conductas problemáticas, sino que también mejora la calidad de vida del niño.
Este enfoque permite que los niños aprendan nuevas formas de satisfacer sus necesidades sensoriales sin causarse daño, todo en un entorno motivador. Los resultados del estudio muestran que el DRO no solo es efectivo a corto plazo, sino que tiene el potencial de generar cambios duraderos.
Si eres padre o terapeuta, es hora de considerar enfoques que se centren en reforzar lo positivo, en lugar de castigar lo negativo.
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Referencias:
- Heffernan, L., & Lyons, D. (2016). Differential Reinforcement of Other Behaviour for the Reduction of Severe Nail Biting. Behavior analysis in practice, 9(3), 253–256. https://doi.org/10.1007/s40617-016-0106-3
- Blanchard, A., Chihuri, S., DiGuiseppi, C. G., & Li, G. (2021). Risk of Self-harm in Children and Adults With Autism Spectrum Disorder: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA network open, 4(10), e2130272. https://doi.org/10.1001/jamanetworkopen.2021.30272